domingo, 9 de septiembre de 2012

"SIEGFRIED. LA TRILOGÍA" de Alex Alice




Jareth: BRILLANTE CLAUSURA 


Por fin ha aparecido “El crepúsculo de los Dioses”, la tercera y última entrega de la estupenda trilogía “Siegfried” de Alex Alice, cuyo primer título se editó por vez primera en nuestro país en el 2008. Cuatro años hemos tardado en ver el colosal final de una de las series más épicas, espectaculares y emotivas de los últimos años. Una serie que, en mi opinión, se convertirá en todo un clásico del cómic de aventuras y cuya versión animada, a cargo del mismo Alice, esperemos en breve se vea estrenada en la gran pantalla tal y como está previsto.  

Los tres albums que componen la saga son “Siegfried”, “Siegfried II: La Valquiria” y “Siegfried III: El crepúsculo de los Dioses” y están lujosamente editados por NORMA EDITORIAL. El argumento base de la trilogía de Alice  no es otro que el mítico drama musical “El anillo del Nibelungo” ( Der Ring des Nibelungen), cuya composición exigió del compositor alemán Richard Wagner 26 años de su vida y que hunde sus raíces, con plena libertad creativa, en figuras y elementos de la mitología germana, particularmente de las Sagas islandesas, así como del “Cantar de los Nibelungos”, el poema anónimo germano del siglo XII que era considerado por los románticos alemanes como su “Saga Nacional” por excelencia.  La mencionada obra de Wagner se compone de cuatro   óperas épicas que son “El Oro del Rin”, “La Valquiria”, “Sigfrido” y “El crepúsculo de los dioses”. No obstante, a diferencia de P. Craig Russell que sí las adaptó fielmente y al completo, Alice se centra tan sólo una parte de la vasta tetralogía wagneriana. En concreto en toda aquella  que tiene como principal epicentro al personaje de Siegfried. Aún así,  la obra abunda en  necesarias referencias a hechos anteriores que permiten entender el drama de los personajes en toda su magnificiencia, y que son introducidas por el francés con plena maestría y tino. 


El primer album se inicia majestuosamente con un prólogo (“Obertura” en referencia a su origen musical) vigoroso, dramático y carente de diálogos. Todo él está narrado únicamente con imágenes, en una  sinfonía visual de viñetas, a cual más impresionante, que muestra ya desde el inicio la poderosa habilidad narrativa del guionista y dibujante francés. En ella vemos  a dos personajes, un hombre y una mujer, que azotados por una sobrecogedora tormenta de nieve, avanzan penosamente por un bosque. La mujer está embarazada y parece que huyen de alguien. Al llegar a una llanura, frente a un lago helado, son alcanzados por sus perseguidores: un grupo de indiferenciados jinetes, que ocultan sus rostros tras fantasmagóricos  yelmos, y que van completamente vestidos de blanco, como completamente blancas son sus monturas. Rodean a la joven pareja y se mantienen a distancia, esperando algo… o a alguien. Entonces, de  una  enorme nube negra, desciende, a lomos de un caballo negro, un gigantesco jinete que lleva una lanza y viene seguido de un par de cuervos (aunque la escena es muda, queda instantánea e inequívocamente claro que se trata de Odín, Wotan, padre de todos, y sus inseparables cuervos Hugin y Munin). Éste extiende su amenazante lanza hacia la sufrida pareja, en gesto de condena, y el joven, acorralado,  se lanza contra él espada en mano...
 Pero prácticamente nada puede romper la sagrada lanza de Odín, que representa la inquebrantabilidad de su ley, y la espada se rompe cuando golpea con ella. Acto seguido, el aguerrido hombre es fulminantemente atravesado por la lanza, cayendo inerte junto a su amada, que se retuerce del dolor y mira suplicante al implacable Dios. Como única respuesta, Odín se arrodilla junto a la hermosa joven y le retira una dorada manzana del pecho. Le retira su inmortalidad. Luego la abandona a su mortal suerte, desvalida y sola  en la rugiente tormenta. Pero hay alguien que aún observa, por unos instantes,  a la agonizante muchacha desde el linde del bosque. Uno de los jinetes blancos. Una de las valquirias. Luego desaparece, la chica desfallece sobre la nieve, y  la quebrada espada del joven se hunde en las heladas aguas del lago. 


De esta bella y dramática forma da comienzo una saga que no pierde interés en ningún momento, incluso para aquellos que  ya conozcan la historia por otras fuentes. Y es que Alex Alice ha sabido imponerle su impronta propia al clásico, más allá de lo puramente gráfico, dando a los socorridos personajes su toque personal, una voz propia, pese a la enorme deuda contraída con sus orígenes.


También introduce una estructura narrativa distinta, en absoluto clásica, y alejada del original. Una vez acabado el prólogo, anteriormente explicado, el autor nos traslada a una húmeda caverna construida de forma natural por una agrupación de  retorcidos árboles, completamente cubiertos por un verdísimo musgo, y en el centro de la cual hay una laguna. Frente a ella, a ambos lados, se encuentran una valkyria y Volvä, una ancestral criatura con cuerpo de árbol y cabellera de helechos, que tiene como don el manejar las estancadas aguas para mostrar el pasado, el presente o el futuro, a quien éste dispuesto a pagar un precio por ello. Ambas conversan acerca de un tal Siegfried, del que la valkyria quiere saber si tendrá éxito en su empresa. La vieja Volvä remueve las aguas y vemos, al igual que la valkyria, una serie de acontecimientos pasados que nos ponen en antecedentes. Así descubrimos como Odín sometió todo lo conocido al poder de su lanza Gugnir, de su ley. Todo menos una cosa. Todo menos el Oro. Un Oro que otorga un terrible poder a quién lo posee, pero que  a cambio exige una infinita renuncia a amar o ser amado. Odín, que no estaba dispuesto a renunciar al amor, ocultó el Oro bajo las aguas de una laguna y puso a la mayor de sus hijas,  una valkyria, como su guardiana. Y así permaneció, fiel a su cometido, exiliada desde la noche de los tiempos, hasta que un buen día descubrió algo que Odín no había previsto: un apuesto joven se arrodilló sobre las aguas de la laguna, ella lo vio y se enamoró perdidamente. Su descuido fue aprovechado por Fafnir, el más repulsivo del pueblo de los nibelungos, criaturas que cavan la tierra, temerosos de la luz del Sol que los convierte en piedra. Fafnir, que se había enamorado de la bella Valkyria y que había sido rechazado numerosas veces por ésta, se apoderó del Oro y maldijo por siempre el amor. De regreso a su cavernoso reino mandó que su hermano, el hábil herrero Mime, le forjara un anillo con el Oro. Un anillo que acabó devorando y que le convirtió en un temible y despiadado dragón que desde entonces carcome las entrañas de la Tierra y amenaza con la destrucción del mundo. Odín, cargado de ira por el descuido de su hija, por el que considera un imperdonable desacato a su ley, la persigue a ella y su amado con el final  ya visto en el prólogo. Lo que no se veía en él, y ahora sí, es que la joven, antes de morir, hace entrega de su recién nacido hijo a un nibelungo que pasa por allí huyendo de la locura de Fafnir. El nibelungo es el herrero Mime y el niño es Siegfried. De esta forma  vamos viendo, a través de las imágenes conjuradas por Volvä, la dura infancia del niño, junto al cascarrabias Mime y una manada de lobos, en la frondosidad del bosque. Vemos cada uno de los pasos, aventuras y sucesos que lo llevarán a su incierto enfrentamiento con el dragón Fafnir, en pos de su destino.



Alex Alice juega con maestría y firme pulso con diversas líneas temporales a lo largo de los tres albums, reforzando la idea del inamovible destino. Consigue construir, ya sea sirviéndose del pasado, del presente o incluso del futuro, un relato sólido, épico y terriblemente dramático, digno de la grandiosidad mítica de la leyenda a que hace referencia. Eso no quita que haya momentos para el humor, la ternura y lo íntimo. Más bien al contrario, la savia de la que se nutre esta colosal aventura se encuentra en los sentimientos de sus personajes, ya sean hombres, dioses o nibelungos. “Siegfried”, el cómic, sabe combinar a la perfección lo intimo y lo épico, lo pequeño y lo grande, las pasiones y deseos de unos personajes con una grandilocuente y mayúscula lucha por la salvación del mundo. De hecho, todos los personajes se verán siempre superados, una y otra vez, por sus sentimientos más profundos, incluso aquellos que debieran estar por encima de ellos. Alice nos ofrece así una galería de personajes fantásticamente construidos, que encajan a la perfección en una historia que les trasciende a todos ellos.

El artista francés logra tocar varias teclas a lo largo de ésta, su particular sinfonía. Teclas que no se encuentran en Wagner, ni en "El Cantar de los Nibelungos”, pero que dotan al relato de nuevos e insospechados ecos como, por ejemplo, el humor y la profunda ternura de la relación entre Mime y Siegfried, pese a sus más evidentes diferencias. Humor que también se trasladará a la relación entre Mime y Grane, el corcel volador, y que siempre estará perfectamente medido y controlado para no quebrar la épica y dramatismo general de la obra. Alice es consciente que, para conseguir emocionar al máximo al lector con las escenas  épicas y dramáticas, antes tiene que ir construyendo con esmero un lazo de conexión empática de éstos con el lector, de manera que éste no sea indiferente a lo que les pueda suceder. Una de las formas de conseguir tal vínculo es con esas escenas,  simpáticas y distendidas, que nos muestran el lado más tierno y divertido de los personajes. Eso no quita que los aspectos más feos y despreciables  se nos oculten. No. Alice también nos muestra las caras más detestables de todos ellos: su egoísmo, su obstinación, su crueldad, su falta de piedad, su ambición... Pero como en todo buen personaje ni los unos ni los otros agotan su personalidad, definiéndolos férreamente,  si no que conviven en esa sutil amalgama basculante que es el carácter de cada uno. Incluso Fafnir, el más arquetípico y plano de los personajes, una suerte de mal encarnado, encuentra la fuente de su odio en el despecho y el desamor. En el fondo no es más que un pobre desgraciado, que viendo frustradas sus aspiraciones amorosas, maldice el objeto de su daño. ¿Hubiera habido Fafnir-dragón si su amor hubiera sido correspondido? Seguramente no. Y es que “Siegfried” es, por encima de todo, un canto al poder del Amor. Pero que nadie lo interprete como un amor noño e ingenuo, como una historia sensiblera, porque no es así. Es un canto al poder del amor en todas sus facetas y afluentes: hacía los hijos, hacía la pareja, hacia los amigos, etc…y, como no, en su más desviadas manifestaciones o ausencias: los celos, el egoísmo, la envidia, el rencor, la inmisericordia, etc. Es un amor fuerte,  capaz de superar y subvertir todo, de doblegar incluso lo indoblegable. El mismo Odín, que ansia el pleno control sobre la creación, dirá de él que es “el origen de todos los males”, y lo dice porque escapa a su poder, porque es imprevisible, porque cala hasta en aquellos que son fieles a su ley y designios. Por eso se le ofrece el dilema de conquistar el poder absoluto,  el Oro del Rin, el anillo del nibelungo, que implicaría la destrucción total del amor…o sucumbir ante éste último y dejar el mundo a su libre albedrío, más allá de su ley.  Este es el dilema que se le ofrece al padre de todo. ¿Podrá el amor ayudar a Siegfried en su lucha con Fafnir? ¿Podrá el amor romper la inquebrantable lanza de Odín? ¿Significará eso el ocaso de los dioses?



Qué duda cabe entonces que  uno de los temas principales de la obra, y de la obra wagneriana, es la lucha del amor, que se asocia a la naturaleza y la libertad,  contra el poder, asociado a la civilización y la ley. ¿Y qué significa el anillo? Pues eso dependerá del sentido que cada lector le atribuya. Algunos han querido ver en él una representación de lo industrial y su poder alienante sobre el hombre libre, primitivo y esencial, convencido amante de la naturaleza. Pero da igual. La historia que nos presenta el “Siegfried” de Alice no requiere de interpretaciones en clave sociológica ni psicológica para ser plenamente disfrutada y entendida. El poder de sus imágenes, de su épica, es tal que no requiere de ello para alzarse a  cimas del noveno arte que pocos alcanzan. Es una conmovedora y vibrante historia de dioses,  héroes y magia.



¿Hay diferencias argumentales entre la obra de Wagner y la de Alex Alice? Pues sí, las diferencias son numerosas. Algunos personajes  no existen en el original wagneriano (Völva),  otros no aparecen en la versión de Alice ( Loke, Fasolt, etc), y otros suponen una reinvención. Por ejemplo, Fafnir, aquí un nibelungo,  supone en gran medida una fusión del Fafnir (gigante)  y el Alberich ( nibelungo)  de la ópera wagneriana. La madre de Siegfried no es una Valkyria, como aquí, si no Sieglinde, una mortal (nacida de la relación de  Odín con una humana), que concibe  un hijo con su hermano mellizo Siegmund, mancillando el honor de su legítimo pero detestable esposo Hunding. Un sacrilegio que Odín deberá castigar muy a su pesar.  Y aún hay muchas más variaciones y cambios,  que lejos de ser un pero a la obra de Alice, son un acierto, ya que se mantiene la carga épica y dramática del original pero con una renovación del material de base  que el lector, ya versado en los antecedentes, agradece. Alice se sirve de esos referentes para crear una historia nueva, fresca,  que respeta el espíritu original y muchos de sus ejes centrales, pero que tiene una personalidad propia. 




Para aquellos que quieran una adaptación más fidedigna y fiel a las óperas wagnerianas les recomiendo, sin dudarlo, la magnífica versión de P. Craig Russell que, además de ser un brillante dibujante y  hábil adaptador, es un profundo conocedor de la materia. Aunque, vaya por delante, que  recomiendo sobretodo  leer ambas ya que ambas suponen un maravilloso y diferenciado acercamiento a una saga que hunde sus raíces en el mito ( por cierto, que ya existe un integral sobre la de Russell - yo la tengo en cuatro volúmenes- pero aún no de la de Alice). 




¿Y qué hay del apartado gráfico a cargo del mismo Alice? Sinceramente me parece un trabajo realmente asombroso, en la línea también brillante del que él llama su “hermano de armas”, Mathieu Lauffray (Long John Silver, Prophet…). Alice ofrece un continuo espectáculo visual de primer orden donde se aprecian diversas influencias, como el lado más realista de la factoría Disney o el Manga, pero siempre modulados por su propio estilo. Su dominio de los paisajes  y las panorámicas es fascinante. Unos paisajes atmosféricos y narrativamente esenciales, porque en “Siegfried” el paisaje y los elementos (lluvia, viento, nieve, etc) son personajes de especial relevancia. Sus ilustraciones captan a la perfección la grandiosidad  de la Naturaleza y la Creación, su desbordante magia y animismo, su trascendencia, que se verá encarnada en la figura de Edda, la madre Tierra. Sus viñetas, donde Mime y Siegfried son seres minúsculos frente a una inconmensurable naturaleza, son impresionantes. Alguna de ellas, como la de la plancha 40 del segundo album, demuestra por diversas razones que no estamos ante un cómic cualquiera. En ella, Mime hace mirar de nuevo a Siegfried, y de paso al lector, el paisaje frente al que se encuentran. En un principio, Siegfried, al igual que nosotros como humanos “desencantados”, que ya no creemos en el mito y que hemos perdido la capacidad de ver la huella divina en la naturaleza, ve en el paisaje una  catarata, monumental y preciosa eso sí, pero una simple catarata al fin y al cabo. Pero si lo vemos con los ojos de Mime (un nibelungo, un ser pagano y por tanto perteneciente a la esfera mítica y animista), si atendemos a sus indicaciones, vemos en ella un colosal Gigante que sujeta el agua con los brazos. En una sola escena, Alice nos muestra esas dos maneras de ver y relacionarse con el mundo y la naturaleza tan diferentes: una, la nuestra de hoy en día, y la otra, la de nuestros antepasados, que veían la huella de lo divino, con la que luego tejían el mito, por todas partes.



Por otro lado, Alice muestra un amplio repertorio en su estructuración de  página y composición de viñetas. Las hay grandes, pequeñas, con marco, sin marco, con fondo oscuro, con fondo blanco, con fondo ilustrado, de una página, de dos páginas, con las tradicionales formas cuadradas y rectangulares, con formas que amplían ese limitado espectro geométrico,  etc, etc. Y es que el francés muestra un apabullante dominio de la narración y el ritmo, ágil como el cinematográfico pero exclusivo del cómic.

Otro de los aspectos que me han llamado mucho la atención, y en positivo, es su habilidad narrativa sirviéndose exclusivamente del dibujo, de la sucesión y alternancia de viñetas, de los gestos y miradas de sus personajes, del montaje y gesto de sus acciones.  Su prosa visual es tan poderosa y operística que muchas veces no requiere palabras y Alice es plenamente consciente de ello. Por eso,  emplea las palabras justas y necesarias. Es habitual encontrar páginas enteras sin texto y, cuando aparece, siempre es traído con tino, amén de estar perfectamente engarzado con las imágenes. Y es que, para colmo, Alice escribe bien, lo que genera una fusión de imagen y palabra  de altísimo nivel.



En cuanto a la ilustración de los personajes, decir que, emplea un registro  apropiado al carácter de cada uno de ellos. Sus representaciones de Odín, de Siegfried, de las Valkyrias, son majestuosas en su tendencia realista, mientras que sus representaciones del nibelungo Mime o de la bruja Völva, más cercanas a lo fantástico, apuntan su espectro estilístico hacia otros derroteros. Mención aparte merece su colosal dragón, hábilmente manejado  en todas sus apariciones para que nunca pierda su efectismo.

El color es generoso y elaborado, acertado en su aportación dramático-narrativa, siguiendo  la línea de calidad general del conjunto de la obra.

En definitiva, el “Siegfried” de Alex Alice es, a mi humilde parecer, un imprescindible para los amantes de la aventura, el mito y la épica, y para el aficionado a los buenos cómics e  historias en general.

Aquí os dejo un trailer, como adelanto de su versión cinematográfica, que no pienso perderme llegado el momento. Además su música pertenece al inicio de “El Oro del Rin”, la brillante partitura con que Wagner abre su monumental e imperecedera tetralogía.



También, y teniendo en cuenta que éste no es solo un blog de cómics, os  animo a escuchar las interpretaciones de las óperas de Wagner realizadas por Pierre Boulez, que en el 80 obtuvo un Grammy Award a la Mejor Opera del Año, o la de Georg Solti y la Orquesta Filarmónica de Vienna, que son las que yo tengo y gusto de disfrutar de vez en cuando. 


Por otro lado, y para los aficionados al cine, os recuerdo que hay un peliculón mudo (compuesto por dos partes)  del maestro Fritz Lang que fue rodado, con todo lujo de medios para su época,  en Alemania, antes de su exilio.



  
AVISO. SPOILER. LO QUE SIGUE PUEDE REVELAR DATOS FUNDAMENTALES SOBRE LA RESOLUCIÓN DEL ARGUMENTO.

Un aspecto, muy de mi gusto, y que no he revelado arriba por no revelar a nadie más cosas de lo necesario, pero que no me resisto a dejar de comentar,  es que el ocaso de los dioses, tan temido por Odín, no radica aquí en el mítico Ragnarok, la lucha final entre los dioses nórdicos de Asgard con los temibles seguidores de Loki, si no en algo más sutil. El final de la era de los dioses, de la hegemonía de Odín, no viene con la derrota en la batalla, si no con la derrota por vía del amor. El hallazgo de Alice es presentarnos esta victoria del amor sobre la Ley como el nacimiento de una nueva Era, donde los mortales y el Amor tejerán su propia historia, al margen del designio de los dioses. Una idea bellamente representada con una amorosa escena que nos recuerda a la situación vivida por Adán y Eva, expulsados del Paraíso de la inmortalidad, lejos del paternal tutelaje de Dios, pero que aquí es saludada con efusividad por parte de ellos. Una versión pagana de la historia de siempre, aquella que sitúa al hombre como un ser libre, amo y señor de su propio destino, para bien o para mal.

La trilogía de Alice se cierra de esta forma, más  abierta y jubilosa,  sin mostrar los trágicos acontecimientos que viven Siegfried y Brunilda en “El Cantar de los Nibelungos” o en la última pieza  de  la tetralogía de Wagner. 



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Mi valoración: 9 ( sobre 10)

14 comentarios:

  1. Qué pasada de cómic y ¡de reseña! ¡Que has repartido leña por todos los flancos! xDD

    La verdad es que la mitología germana da mucho juego, y si nos la muestran con semejante calidad colorista y visual, es difícil resistirse a la tentación. En mi caso me temo que el freno va a ser puramente económico (a no ser que estén en la biblioteca, que lo dudo mucho). Igual me será más fácil encontrar las obras de P. Graig Russell, no lo sé.

    Con la obra de Wagner ya había coqueteado, pero de lo que no tenía ni idea era de la adaptación cinematográfica del cómic que nos presentas. ¡Tiene una pinta espectacular!

    Por cierto: me alegra mucho que no hayan traducido el nombre del protagonista para que le llamemos Sigfrido, que no sé por qué me da mucho coraje, jajaja.
    Un saludo!

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    1. Saludos Marikiya,

      Gracias, me alegro que te haya gustado la reseña. Si que es verdad que son un poco caros los tres albums pero el cómic y la edición bien lo merecen. Quizás si los tengan en la biblioteca, cuya confección depende de como invierta el bibliotecario de turno el dinero que les dan para nuevas adquisiciones. Supongo que con el tiempo acabarán sacando un integral que reuna los tres volúmenes y que abaratara el precio.

      En cuanto a la película, si que es verdad que tiene muy buena pinta. Es un tipo de animación muy tradicional que espero que llegué a estrenarse por aquí. Además del apartado gráfico ya verás que a la historia no le falta ni le sobra nada.

      Y estoy de acuerdo contigo. Un acierto dejar el nombre Siegfried sin castellanizar.

      Saludos desde dentro del laberinto!

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  2. Hola Jareth. Pedazo de reseña que te has currado, amigo. Quiero leerla detenidamente (he llegado hace nada de vacaciones y tengo mogollón de artículos blogueros por leer) porque se nota que es un análisis a fondo de esta gran obra, de la que sólo leí el primer tomo y tengo pendiente continuarla.

    También tengo ganas de leer tu reseña del Spirou de Le Gall!! Uf, a ver si me pongo al día en breve! :)

    He visto tu comentario sobre los Perceván y me alegra que te hayan gustado. Son dos buenos álbumes. Eso me recuerda que tengo que darle un empujón al monográfico y hablar pronto del tomo 9.

    Saludos.

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    1. Saludos, Jolan y bienvenido de nuevo.

      ¿Qué tal las vacaciones? Espero que bien y que te hayan servido para desconectar y volver con nuevas fuerzas, para regalarnos más estupendas entradas en tu blog.

      Sobre "Siegfried" no dudes en darle continuidad. Vale muchísimo la pena, al menos para mí, como queda claro en mi encendida reseña. jeje Supongo que el primer volumen te gusto ¿no?

      Y no me cansaré de agradecerte el que me descubrieras "Percevan". Sin duda, seguiré leyendo sus aventuras porque es un cómic francamente entretenido y con un dibujo muy atractivo. A medida que los voy leyendo, además, leo tus reseñas sobre él o sea que el disfrute es doble.

      Saludos desde dentro del laberinto, amigo!!

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    2. Aquí vuelvo, Jareth. :)

      En primer lugar, quería comentarte que he querido hacer referencia expresa a tu reseña al anunciar la salida del tercer tomo de Siegfried en mi anotación de las novedades mensuales, que aún tenía pendiente de sacar.

      Sinceramente, creo que no se puede resumir mejor que como lo has hecho esta gran obra de Alex Alice. Como te comenté, yo sólo he leído el primer número hasta la fecha, y si no continué es porque lo saqué de la biblioteca y no he encontrado los siguientes números. Tendré que recurrir directamente a comprarlos, cuando me desahogue un poco de otras series abiertas. Desde luego, ese primer álbum los disfruté mucho; el trabajo de Alice es sensacional, tanto a nivel de guión como de dibujo. Se descubre así como un autor completo que creo que dará mucho que hablar en un futuro.

      Me reconozco desconocedor de la obra wagneriana, pero me ha gustado mucho descubrir a través de tus palabras los símiles y diferencias entre el cómic y ésta. Tampoco he leído la versión de P. Craig Russell, y eso que la he visto en varias ocasiones, tanto en números sueltos como el más reciente integral.

      En fin, enhorabuena por este colosal artículo. Me quito el sombrero!

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    3. En primer lugar, muchísimas gracias por el enlace a ella en tu blog y por tus halagos. Menudas reseñas te marcas tu!! o sea que mi alegría por el halago es mayor viniendo de ti.

      Sobre lo de la compra de la trilogía pienso que es una buena opción. Sí, son caros pero están excelentemente editados y su calidad tanto a nivel gráfico como de guión hacen que la inversión merezca la pena. Al menos en mi opinión. Espero que se cumpla tu vaticinio y Alice nos siga deleitando con obras tan estupendas como ésta.

      La de Craig Russell también merece mucho la pena. Es más fiel como comentaba, pero bueno la fidelidad o no al material de base no hace que sea mejor o peor. De hecho, es tan fiel que se la recomendé a un amigo que la leyó recientemente y al que le encantó. Me dijo que sigue al detalle el libreto de Wagner porque él la leía mientras escuchaba las operas. Yo también lo hice así pero mi desconocimiento en alemán no me permitió apreciar ese detalle. La verdad es que es un cómic estupendo ( lo tengo en la edición en cuatro volumenes, aunque supongo que el integral tendrá los mismos extras). Aún así, conste que me quedo con la versión más libre de Alice. Aunque ¿por qué elegir pudiendo disfrutar de ambas?

      Por cierto, que ya he leído tu entrada con las novedades del mes. Muy interesantes. Sobretodo me llaman los títulos de la nueva línea de fantasía de RBA. De las novedades en cómic en breve me traen "Jules" y "Espadas y Brujas" y ya tengo en casa "Amura" que, por cierto, tiene una pinta estupenda.

      Saludos desde dentro del laberinto, amigo. Y gracias una vez más.

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    4. Igual ahora que Norma ha cerrado la trilogía, sacan un integral de Siegfried... aunque no es muy dada a integrales, pero bueno.

      Para un seguidor de la ópera de Wagner entiendo que será una gozada disponer de ambos volúmenes. Seguro que se exprime más a fondo su contenido.

      Y en cuanto a las últimas novedades, yo también me haré pronto con Jules, ya que me encanta el dibujo de Emile Bravo.

      Saludos!

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    5. Sí, es raro que Norma dé ese paso y más hasta no haber vendido todo el stock de albunes independientes. Vale que no tienen extras, y resultan más caros, pero la comodidad para leerlos se agradece. Y además las portadas en pasta dura tienen su encanto. No obstante, los integrales también me parecen una muy buena opción de edición. Planeta, por ejemplo, aunque sea por una vez, ha dado en el clavo con sus Theodore Poussin y Gil Pupila, ofreciendo calidad y buen precio. A ver si despiertan ya de una vez y les da por hacer lo mismo con "Johan y Pirluit"!!

      Ganas le tengo yo al "Jules" cuando me lo traigan, aunque se me acumulan las lecturas. Ahora estoy metido en el grato "berenjenal" de leerme todos los Spirou de Franquin, que voy combinando con otras lecturas. Por cierto, ya he leído también los dos primeros albunes de "Freddy Lombard". Otro grato descubrimiento Chaland y es que hay tanto maestro de la BD por disfrutar...pero bueno que no nos falten!! jeje

      Saludos desde dentro del laberinto!

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    6. ...Ah, y también me estoy poniendo con "Gil Pupila", del que solo llevo leído el primer tomo integral. Como puedes ver estoy en una fase BD plagado de pesos pesados jeje y que dure que bien lo estoy disfrutando!!!

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  3. Genial! No dudo que lo estarás pasando en grande, porque tanto Gil Pupila como Freddy Lombard son dos grandes de la BD clásica. :)

    Yo sigo esperando una buena edición a color del Spirou de Franquin, es una espina que tengo aún clavada el no haberlo leído completo.

    Y sí, ojalá Planeta sacará más integrales de este tipo. Pero parece que Johan y Pirluit se le resisten.

    Hoy he comprado el primer integral de Jules, y la impresión ha sido muy buena, a pesar de que está ligeramente reducido de tamaño.

    Saludos!

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    1. Ok, Jolan, ya me dirás que tal te parece "Jules". Una pena lo de la reducción de tamaño.

      Sobre el Spirou de Franquin es una lástima que se haya sacado una edición en condiciones sobre él y que esté al alcance en cualquier librería o tienda de cómics. Yo tengo la edición a tamaño álbum y color de Grijalbo Mondadori en cinco tomos recopilatorios. Está muy bien aunque desgracidamente no incluya las portadas ni en papel. Eso sí, económicamente es un auténtico sablazo lo que se pide por ahí por ella. A mí no me costó precisamente barata pero las ganas me pudieron, viendo que nunca salía la esperada edición por parte de Planeta y menos tras su edición reducida y en blanco y negro.

      Y sí que lo estoy pasando muy bien con todas estas lecturas. A ver también cuando le echo mano al quinto de Percevan.

      Saludos desde dentro del laberinto!

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    2. ...Sobre el sin sentido de la no-publicación de los integrales de Johan y Pirluit mejor ni hablar(sic). A ver si lo que ya comentamos sobre la edición de los últimos álbums en catalán les decide de una vez por todas, porque que me expliquen a mí el riesgo de ventas que corre Planeta con ella.

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  4. Hola jareth, por casualidad no concoces algun lugar donde pueda descargar la trilogia?? llegue aca de casualidad pero no encontre ningun link de descarga :S

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    1. Pues ni idea, Tony. Tanto en cómics como en libros sigo siendo adicto al papel (ni tan siquiera tengo e-book) o sea que en ese sentido no puedo serte de ayuda.

      Saludos desde dentro del laberinto!!

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