martes, 14 de febrero de 2012

"LA CARTUJA DE PARMA" de Stendhal


LA CARTUJA DE PARMA

Autor: STENDHAL
Título original: La Chartreuse de Parme
ISBN: 9788439720843
Género: Clásicos de la literatura
Editorial: MONDADORI
Fecha de publicación: 1839
Fecha de edición: 2007
Número de páginas: 544


Sinopsis:

Aclamada unánimemente como una de las grandes novelas de todos los tiempos, "La cartuja de Parma" narra las aventuras del joven Fabricio del Dongo durante el apogeo de las campañas napoleónicas en Italia. Celos, amoríos e intrigas políticas recorren las páginas de esta obra magna donde se perfilan algunos de los personajes femeninos más inolvidables de la literatura. Desde su publicación en 1839, la obra maestra de Stendhal ha suscitado la incondicional admiración de escritores de todos los tiempos, desde Balzac a Philip Roth.


Jareth: A LA NOVELA LO QUE ROMEO Y JULIETA AL TEATRO

Acabo de finalizar la lectura de LA CARTUJA DE PARMA de Stendhal y aún me encuentro arrebatado por su catártico final y por las excelencias que me ha ido ofreciendo a lo largo de sus no pocas páginas.

Ahora entiendo la fascinación que esta obra ha ido deparando a tantos lectores, desde su alumbramiento en tan sólo dos meses de 1839. Hecho que aún hace más sorprendente su aquilatada calidad literaria, sin duda, fruto de un inspirado arrebato de genialidad, tras ocho años de sequía literaria para su autor. No obstante, en ella se palpa el profundo conocimiento de Stendhal del mundo y caracteres que describe en un excelente ejercicio combinatorio de precisión cirujana y belleza poética. LA CARTUJA DE PARMA es algo así como la explosión creadora de un genio contenido.

No me extraña en absoluto, que entre otros, Honore de Balzac ( que le dedicó un estudio) la considerara la novela más importante de su tiempo, André Gide la novela francesa más grande de todos los tiempos, y que el mismísimo Tolstoi se viera influido por ella (salvando la diferencias y distancias), para bien de su aclamada GUERRA Y PAZ.

La historia de Fabricio del Dongo, su amor por y con Clelia Conti, y sus relaciones con personajes tan maravillosos e imborrables como Gina Pietranera, duquesa Sanseverina, o el Conde Mosca, rebosa frescura, fuerza, dramatismo, ironía y belleza por los cuatro costados. Una historia vibrante, repleta de hallazgos literarios, frases para la posteridad, momentos insuperables de tensión dramática, amores y desvaríos varios, personajes verosímiles pero excepcionales, son sólo algunos de sus maravillosos ingredientes.

Después de leerla me vienen a la cabeza, incluso con nostalgia, tantos momentos inenarrables (salvo para la pluma de Stendhal) como las escaramuzas del joven y atolondrado Fabricio en Waterloo o su estancia y fuga de la prisión de la ciudadela, por citar sólo algunos. También sus formidables, complejos y fascinantes personajes, con el conde Mosca y sobretodo la bella, astuta y sublime duquesa San Sanseverina a la cabeza.

En LA CARTUJA DE PARMA la acción más variada, las intrigas más elaboradas y el amor más impredecible y desbocado, se suceden prodigiosamente. Ese pequeño microcosmos que es la corte de Parma da una muestra diáfana del profundo conocimiento que tenía Stendhal de la rica y compleja condición humana, de sus acciones más elevadas… y de las más abyectas. Su elaborada escritura y su fina ironía hacen el resto.

También son muchos los momentos que dan lugar a la reflexión, incluso para el lector contemporáneo, al tiempo que le dan acceso a un sentir y vivir alejado en el pasado pero cercano, como todo lo humano pese a sus infinitas variaciones. La postura de Stendhal al respecto es clara. En unos apéndices que he leído, dice a propósito de ciertos historiadores graves y amantes de lo anecdótico: “¿Qué nos importa hoy un interdicto lanzado contra los venecianos o la historia de uno de los cien tratados de Nápoles?, mientras que se ve con interés la manera que se tenía en el siglo XVI de vengarse de un rival o de agradar a una mujer”. LA CARTUJA DE PARMA es fruto de esta actitud, una respuesta a ese interés que se centra en lo humano y espiritual, motor al fin y al cabo de la vida, por encima de lo histórico y accidental. Aunque que nadie se lleve a engaño, la riqueza de detalles históricos, geográficos y de todo aquello que ayuda a situarse en el periodo en que se enmarca esta obra, está muy elaborado.



Uno de los aspectos que también me han fascinado, sólo entendibles en su época, es la relevancia de las juramentos religiosos y su incuestionable poder para determinar los destinos de las personas, más allá de lo inconcebible, uno diría de que de lo humano si no fuera porque son mujeres y hombres sus reos. Sorprende que el juramento, hoy tan frágil y devaluado, tuviera un poder tan ilimitado, y no porque hubieran personas externas que obligaran a su cumplimiento, si no porque su sacralización latía dentro de uno mismo. Muchos pensarán que son fantasías de un novelista. No estoy de acuerdo, por algo LA CARTUJA DE PARMA lejos de estar considerada una ensoñación romántica pasa por ser un ejemplo de Realismo avant la lettre.

Como única pega, si es que puede mencionarse como tal, es que cuesta al principio entrar un poco en la narración precisamente por eso, por esa descripción y necesaria instalación en la época en que se suceden los hechos. Y es que los hombres como Stendhal no entendían de fáciles concesiones comerciales, por suerte. Una vez adaptados (aquellos que os decidáis a su lectura) a lo que se os ofrece, preparaos para disfrutar de una novela emocionante y emotiva como pocas.

STHENDAL

Por último, para concretar y encauzar mi admiración por este clásico (que en el caso de no producirse podría eternizar mi reseña), decir que me parece a la novela lo que ROMERO Y JULIETA al teatro. Y aunque pueda parecer blasfemo, sobretodo viniendo de mí, rendido admirador del genio de Stratford-upon-Avon, me parece, personalmente, preferible a la inmortal obra de los amantes de Verona.

Mi valoración: 9'5 ( sobre 10 )

4 comentarios:

  1. Lo tengo pendiente desde hace un montón, me apetece bastante leérmelo. A ver si me hago con él y me pongo al lío =)

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  2. Al principio, ya te aviso Shorby, quizás se te haga un poco cuesta arriba o denso por su ánimo descriptivo y contextualizador. A mí al menos me paso. Pero dale margen. Es de esas novelas a las que hay que darle cierto tiempo para arrancar pero que una vez lo ha hecho es imparable. Algunos de sus personajes te dejaran un recuerdo imborrable, seguro, porque no son del tipo de los que enganchan mientras se lee el libro, pero que luego uno olvida rápidamente al ser, en el fondo, unos de tantos.

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  3. Comencé a leerla y aunque al principio es algo confusa por las reseñas de las intrigas que realmente es necesaria para ambientarse en la trama, la parte de la batalla de Waterloo me pareció sumamente divertida, Es una lectura fascinante y es difícil desprenderse del libro

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  4. Realmente no entiendo la adoración q muchos sienten por esta novela. En ella no pasa nada realmente relevante. El "héroe" (que tiene el horrible nombre de Fabricio del Dongo) es engreido, ignorante y estúpido; comete dos veces el mismo error en poco tiempo, se apasiona de la primera mujer q se le cruza por delante y se va a duelo por asuntos q no merecen ni una gota de sangre; nunca es capaz de tomar por sí mismo las riendas de su destino social y mantiene un amorio no consumado con su tía. Tía carnal, no política, lo que es asqueroso. La descripción de Waterloo es ridícula y sin embargo es la parte más agradable de una novela que da vueltas sobre sí misma una y otra vez sin decidirse a ser novela realista, drama amoroso o ficción histórica. Yo no me había hecho ilusiones con ella; después de tenerla 10 años en mi biblioteca me decidí a leerla sólo cuando supe que había una adaptación fílmica con el adorable Gérard Philipe. La leí como una forma de pagar por el posterior placer de ver a Gérard (que fisicamente se parece a Fabricio), y en ese sentido fue un pago que no lamento, pero la novela resultó realmente pesada y se me hizo larguísima. El rojo y el negro es una novela maravillosa y conmovedora, lloré al acabar de leerla, pero La cartuja de Parma es simplemente una curiosidad.

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